LA TORMENTA
Hace mucho tiempo que ando en su búsqueda y captura. Muchas tardes mirando al cielo. Todo pensado y preparado para salir detrás de ella, la Tormenta, el rayo que ilumine la Alfaguara, el Peñón de la Mata, una demostración del poder de la Naturaleza, que nos evidencia lo insignificante que podemos llegar a ser ante tal magnitud de poder.
Tarde de verano. Los rayos se ven en la vega de Granada. Rozan por poniente la Alfaguara. Estoy sobre aviso. Se va a liar cerca del Peñón de la Mata, siempre es así. Entra por detrás y toma fuerza.
No he cenado. Cojo la mochila, el trípode, un paraguas y algo para comer. La espera puede ser larga. Una vez subido el puerto de la Alfaguara la veo. Está sobre sierra Arana, casi pasada. Recorro con el coche un par de kilómetros más a un lugar que mil veces he reconocido para montar mi trípode. Aparco el coche y salgo corriendo, ¿A dónde? Truena con una fuerza brutal sobre mi cabeza. Da miedo. Llegado el momento esperado, da miedo. Meterse en el coche o ir en su búsqueda.
Aire, agua, resplandores por doquier. La luna es casi llena y las nubes la dejan ver en cortos intervalos de tiempo. Es ahora, es el momento. Monto el trípode, 25 segundos de exposición para poder cazar el rayo, sensibilidad 800 para que la luz que emite quede recogido en el sensor de mi cámara. Ráfagas de aire tratan de barrer mi montaje y mi equipo. Paraguas. Estoy en medio de rayos que caen sobre el Majalijar, sobre el cerro Calavera, el Carbonero. Un disparo, otro y otro. Por detrás, ahora por la derecha.
Recompensa. Alegría. Agua. Seco la cámara. Reviso la imagen. Sí, está, lo conseguí. El relámpago barriendo el cielo de la Alfaguara. Muchos días detrás de la tormenta.